¿Qué es una radio comunitaria?

Hay respuestas múltiples para esta pregunta. Respuestas tentativas. Respuestas hipotéticas. Temporarias. Temporales.
Por eso, no vamos a dar definiciones, sino más bien, compartir acercamientos.
En esta primera edición de nuestra página web, proponemos un artículo publicado en la revista Cara y señal, editada por AMARC ALC.
Si las lectoras y los lectores quieren aportar a estas ideas, o a otras, esperamos los comentarios.

La revolución es un sueño eterno

(Artículo publicado en Revista Cara y señal, número 3, agosto – 2005. Buenos Aires, AMARC ALC.)

Cada radio comunitaria de América Latina construye su historia. Construye su tradición y su futuro: identifica sus orígenes, sus modelos y, al mismo tiempo, imagina sus horizontes y proyectos. Muchas veces se intentó construir un recorrido histórico que relatara los diversos orígenes y las distintas identidades y características de las radios comunitarias latinoamericanas. Un mapa integrado por proyectos políticos distintos, radios que suenan diferente y que se nombran de formas diversas. El intento da origen a repetidos debates sobre los nombres: ¿comunitarias?, ¿populares?, ¿participativas?, ¿alternativas?, ¿ciudadanas?, ¿educativas?
Las denominaciones no son equivalentes pero se suele concluir que todas son válidas. Detrás de cada una hay una lectura de la realidad, un conjunto de principios políticos y las identidades sociales y culturales de los colectivos que gestionan las emisoras o de las organizaciones que las fundaron.
Es difícil construir un relato único sobre el movimiento de las radios comunitarias sin diluir aspectos sobresalientes de su recorrido. No todas las radios se identifican con la tradición que comienza en Sutatenza, no todas las emisoras se sienten contenidas en la tradición que empieza en las minas bolivianas, ni todos los colectivos tienen como referencia a las radios creadas en el marco de proyectos de comunicación y desarrollo.
Los caminos transitados en los últimos años por el movimiento de las radios en América Latina llevaron a que en la actualidad se proponga la discusión sobre los proyectos político comunicacionales de las radios de la región. El objetivo principal es la voluntad de generar nuevos horizontes comunes para las emisoras y de esta manera consolidar el movimiento. La discusión tiene dos niveles: hacia el interior de cada radio y en el marco de las redes y del movimiento en su conjunto. Es posible que hacia el interior de cada radio esta sea una discusión frecuente que orienta su proyecto comunicacional y su propuesta radiofónica. Sin embargo, pocas veces estos recorridos, estas ideas y las prácticas que las acompañan trascienden el espacio local para integrarse en un proyecto global, movilizador y colectivo.
Animarse a discutir «el proyecto político comunicacional de las radios comunitarias » no supone que deban limarse todas las diferencias ni que haya que llegar a declaraciones tan generales como imprecisas. Este proceso implica dar un debate participativo a partir del cual las radios comunitarias latinoamericanas puedan construir nuevas estrategias de transformación social y consolidar las existentes.

La época

En el esfuerzo por construir un mapa de situación para la acción política transformadora se pueden distinguir algunos puntos centrales. El riesgo es que las generalizaciones no alcancen para dar cuenta de cada una de las injusticias que viven los pueblos o que la magnitud de las mismas se mida por las cifras. Cada vida perdida en la miseria, la guerra, la enfermedad o la persecusión debería alcanzar para despertar un grito de la humanidad.
Se suele recurrir al derrumbe del Muro de Berlín y al fin de los gobiernos comunistas en Europa como el hito que marca el inicio de la consolidación del discurso único. Este discurso se propone establecer que el capitalismo y la democracia representativa y formal significan «el fin de la historia», el fin de la lucha por establecer las reglas sociales. Capitalismo más «democracia» se convierten entonces en «naturales», en indiscutibles como formas de organización de las relaciones de producción y de la esfera política. El sistema establece el horizonte de lo pensable para establecer que todo futuro será reproducción de este presente.
No es necesario profundizar en una discusión conceptual para desarmar el discurso único. Leer los diarios de los países latinoamericanos es suficiente para demostrar que la democracia capitalista no terminó con el conflicto social. Mientras haya injusticias habrá luchas. Mientras hombres y mujeres vivan la desigualdad en sus cuerpos, hombres y mujeres lucharán por la dignidad, dirán «no» y se organizarán para encontrar alternativas. Y el sistema las reprimirá, las encarcelará o convertirá sus prácticas en ilegales.
El complejo panorama político latinoamericano nos muestra que los pueblos organizados pueden derrocar gobiernos o generar profundas crisis políticas. Múltiples movimientos sociales luchan por sus derechos y algunos avanzan en sus conquistas. Al mismo tiempo, opciones políticas con un programa transformador obtuvieron la mayoría de los votos en sus países o regiones. Podría decirse que esto no ha implicado una transformación profunda de las estructuras sociales. Es cierto. Pero negar la importancia de las luchas específicas de grupos políticos o culturales es subestimar las necesidades de cientos de comunidades a las que el funcionamiento del sistema les quita su dignidad y que luchan por sus derechos.
La época presenta un conjunto de desafíos para los movimientos sociales y los proyectos transformadores. La construcción de formas de lucha que convoquen a las sociedades a movilizarse en contra de un sistema que puede garantizarles confort sólo si aceptan convivir con la miseria de los otros. Elaborar un horizonte político que llene de contenido al «otro mundo posible». Profundizar la discusión sobre la cuestión de la toma del poder. Enormes desafíos. Irrenunciables desafíos. Nadie debería considerarse espectador.

La radio

Es necesario crear un espacio para el intercambio en el que se pueda dar una discusión sobre el proyecto político y comunicacional de las radios comunitarias. Una discusión a la que se sientan convocadas muchas emisoras de la región. Un espacio en el que las radios puedan plantear sus perspectivas, dudas, intuiciones, preguntas con la posibilidad de encontrarse en un diálogo que genere nuevas consecuencias en su historia.
Las puertas para entrar al debate podrían ser infinitas. Aquí se proponen algunos ejes posibles para comenzar un intercambio.

I. La relación comunicación/política como marco de las acciones de las radios comunitarias

Compartir un debate sobre el proyecto político comunicacional de las radios comunitarias implica pensarlas en el marco de una relación entre la comunicación y la política que no debería darse por obvia. En primer lugar, porque este debate parte de concebir a las radios comunitarias como actores políticos, como organizaciones de la sociedad civil que se proponen desarrollar procesos y acciones transformadoras en algún plano de la vida social. Provocar una discusión sobre «lo político » es necesario para profundizar, en el marco de las identidades de cada uno de los proyectos, formas de construcción y lucha política que puedan, por un lado, expresar las necesidades de los distintos sectores sociales y, por otro lado, movilizar, convocar y entusiasmar a la ciudadanía. ¿Qué es la política entonces? La política puede entenderse como las acciones de los sujetos -individuales o colectivospara conservar o transformar la realidad. Desde una perspectiva de izquierda, puede comprenderse como el terreno en donde hombres y mujeres ponen en juego su capacidad de hacer, su capacidad para no ser engranajes de un sistema, y desarrollan acciones con la intención de liberarse de todos los tipos de dominio: económico, cultural, étnico, de género, etc.
La política puede entenderse como el espacio en donde las personas abandonan sus intereses individuales para construir con otros un espacio común, de solidaridad, de comunicación, de unión de fuerzas. «La política está presente en todos los ámbitos donde se negocia la reproducción y la estabilidad de las relaciones de dominio.»1 La política es el ejercicio de la voluntad transformadora, el ejercicio de nuestra capacidad de comprender la realidad para poder modificarla.
El neoliberalismo, la democracia formal, la pobreza, la desigualdad, las consecuencias de las políticas de «seguridad », las guerras. Los desafíos que plantean procesos de democratización emergentes en distintos países de la región. La llamada «sociedad de la información» y la expansión de nuevas formas de comunicación. Estos elementos, entre otros, impactan en la vida cotidiana de hombres, mujeres, niñas y niños. Dan forma a su experiencia. Les generan rechazo o aceptación. Los mueven a la acción o a la pasividad.
Los medios de comunicación son parte de la vida cotidiana de hombres, mujeres, niños y niñas. Informan, nombran, silencian, divierten, enseñan, promueven. En relación con ellos se construyen sentidos que dan forma a las prácticas y a otros sentidos.
Los medios de comunicación son lugares del conflicto social en tanto son uno de los espacios privilegiados de la batalla cultural. Son espacios de confrontación entre distintas interpretaciones de la sociedad, son espacios en donde se promueve la transformación o se promueve la reproducción.
Las radios comunitarias fueron pensadas muchas veces con este horizonte: a partir de abrir los micrófonos a las comunidades y a los sectores populares, contrarrestar el relato que se realiza desde los medios hegemónicos y promover la participación de ciudadanos y ciudadanas en las decisiones que los involucran. Se trata ahora de volver a pensar en esta tarea. ¿Cómo se disputa desde las radios comunitarias una lectura de la realidad no sólo crítica sino también movilizante?
La lucha ideológica es imprescindible a menos que pensemos que el cambio social surgirá espontáneamente. «Para gestar ‹un mundo en el que quepan muchos mundos›, según la hermosa frase del zapatismo, hace falta, por empezar, vencer la resistencia de quienes gozan de las ventajas del mundo tal cual es hoy y convencer, para que se sumen a quienes se beneficiarían con un cambio radical.»2
Éste es el marco en el cual puede pensarse a las radios comunitarias como actores político culturales con capacidad para intervenir en la batalla por la construcción de los relatos sociales, con capacidad para constituirse en espacios de encuentro para hombres y mujeres en el marco de la fragmentación de las sociedades latinoamericanas. Con capacidad para mostrar que otro mundo es posible y con capacidad para construirlo todos los días.
El debate comprende entonces una discusión sobre qué es la política y sobre cómo las radios comunitarias encuentran en ese campo formas propias de construcción y de disputa. Una de las grandes preguntas del debate que aquí se propone es: ¿cuáles son las tareas políticas específicas de las radios comunitarias en el actual contexto?

II. La relación radios comunitarias/movimientos sociales

Los movimientos sociales expresan a la sociedad civil organizada. Con características y luchas diversas son protagonistas de la realidad latinoamericana.
El Foro Social Mundial muestra un abanico de organizaciones locales, nacionales, regionales y mundiales que, con diferentes intereses y estrategias, se proponen la construcción de otro mundo. Una gran cantidad de redes agrupan a organizaciones que promueven la transformación en esferas específicas de la vida social. Grupos sociales que no se resignan a ningún tipo de sometimiento luchan día a día en cada país: campesinos, indígenas, trabajadores, desocupados, estudiantes, mujeres, hombres. Los tipos de agrupamientos son diversos: sindicatos, organizaciones, centros de estudiantes, coordinadoras, cooperativas, medios de comunicación, redes, grupos de activistas, organizaciones no gubernamentales. Las tendencias ideológicas varían desde las posiciones autónomas radicales a los partidos políticos que se proponen lograr la gestión del Estado. Los pueblos dibujan continuamente el mapa de las resistencias. Si resulta difícil orientarse entre la diversidad de espacios y organizaciones, un posible ejercicio sería intentar discernir el carácter de las luchas: «el criterio de análisis de las múltiples iniciativas que surgen de la sociedad civil ‹de abajo› será su carácter antisistémico, es decir, la medida en la cual cada uno de los movimientos sociales o las organizaciones no gubernamentales contribuyen a cuestionar, en el dominio que les es propio, la lógica del sistema capitalista.»3
En este contexto es válida una discusión acerca de las relaciones entre las radios comunitarias y los movimientos sociales de la región. ¿Las radios deben integrarse a los movimientos sociales como sus «frentes comunicacionales »? ¿Deben relacionarse con ellos en términos periodísticos o de difusión? ¿Deben considerarse a sí mismas un movimiento social que lucha por el derecho humano a la comunicación? ¿Deben analizar cuáles son su aliados estratégicos?
La relación entre las radios comunitarias y los movimientos sociales y grupos de la sociedad civil -partidos políticos, ONGs, colectivos, referentes político culturales- puede tener decenas de variantes. Y cada grupo puede establecer el conjunto de relaciones más afín a sus identidades político culturales. No se trata, tampoco en este caso, de dictaminar la decisión correcta sino de plantear la discusión acerca de cómo las radios tejen sus redes sociales. Y en qué medida estas redes son las que hacen posible correr los límites para la acción política transformadora.

III. La radio como un espacio de comunicación

Conceptualizar a las radios comunitarias como actores político culturales no implica negar su especificidad como medios de comunicación. Por el contrario, contiene el desafío de articular lo político con lo radiofónico en una propuesta en donde la radio sea un espacio cada vez más movilizador, cada vez más atractivo, que convoque a la acción, al pensamiento, al rechazo, a la batalla. Contiene el desafío de poner la creatividad política colectiva al servicio de una propuesta radiofónica.
La radio como el espacio de esos sonidos que pueden conmover más que muchos discursos. La radio como la fuente de ese susurro que llega a una casa lejana y puede modificar una parte de esa otra vida con la que se encuentra.
La formación de un lenguaje radiofónico es tan política como la reflexión sobre la agenda ya que las disputas de sentido también se dan en el terreno de las formas. Es política la declaración de que la radio puede ser más que una sucesión de canciones de moda y noticias leídas por una voz sin localismos. Es política la búsqueda de la palabra precisa. Es política imaginar el espacio más propicio para el diálogo y la acción más inteligente para la movilización. Es indispensable hacer de la radio el arte de contar el mundo con una voz propia que pueda provocar la conciencia, la lucha, el baile, la idea, la sonrisa, la furia.
El debate sobre las audiencias sigue vigente. No se trata sólo de hacer «estudios de audiencia» sino de preguntarse ¿cómo se construye un discurso transformador que dialogue con la sociedad civil?, ¿cómo se hace para no convertir a la radio en un púlpito, en una clase, en un espacio autosatisfactorio?, ¿cómo se hace una radio participativa y al mismo tiempo relevante?, ¿cómo se puede armar una radio participativa y de calidad al mismo tiempo? Una radio protagonizada por la comunidad pero atractiva para los públicos. Una radio plural pero no neutral.
En La Práctica Inspira, libro editado por AMARC y ALER, se sostiene: «Podemos decir que una radio comunitaria tiene incidencia cuando: aporta significativamente en las lecturas e interpretaciones políticas, culturales y/o informativas del lugar, de la región o del país; desata procesos de toma de conciencia y de cambio en actitudes en la población; participa con peso en la construcción de la opinión pública; logra articular públicos y actores sociales.»4 Después de leer esto, cualquiera que trabaje en un radio comunitaria podría preguntarse «¿y eso cómo se hace?»
La capacidad de incidencia no depende únicamente de las buenas ideas o la correcta organización. Las radios comunitarias desarrollan sus estrategias en un espacio político, cultural y mediático. Espacio atravesado por múltiples conflictos y organizado de acuerdo a las distintas relaciones de fuerza. En este sentido, es importante una reflexión acerca de los espacios de intervención, el rol de los distintos actores, los imaginarios sociales y la adecuación de las propias estrategias a ese marco.
Es necesaria una comprensión de la realidad que permita desarrollar acciones con cierta probabilidad de eficacia. La desigualdad en las relaciones de fuerza económicas, políticas y culturales no puede esconderse bajo la alfombra del optimismo. Ni se puede olvidar que construir nuevos sentidos es luchar contra los sentidos existentes. El conflicto no se puede excluir de las reflexiones ni de las prácticas ya que es en diálogo con la cultura y con la experiencia en donde se construyen las significaciones. Para poner un ejemplo simple: no puede pensarse que la violencia contra las mujeres dejará de existir por una campaña radial.
Sólo en la medida en que la sociedad civil organizada construya frentes de lucha diversos pero sistemáticos, con acciones coordinadas, fuertes, sostenibles en el tiempo, en diálogo con la ciudadanía y en abierta confrontación con lo dominante sucederán las verdaderas transformaciones. En ese marco, las radios pueden encontrar un lugar como espacios de comunicación que puedan articular acciones y trabajar en el orden de los sentidos para movilizar a sus comunidades. Un lugar como espacio para la comprensión de las condiciones estructurales de las sociedades. Un espacio de articulación de subjetividades a las que se les pueda ofrecer caminos posibles para la participación transformadora.
Hoy el mercado organiza la cultura. La ganancia organiza la fiesta. El poder organiza la comunicación. La explotación organiza el trabajo. Hombres y mujeres sueñan con otro mundo. Un sueño que no los adormece sino que por el contrario los hace pensar y construir otras condiciones. En el medio la radio. La radio como el registro de las voces de los pueblos de América Latina. La radio como la información útil para cada día. La radio como el paseo por los mundos que nunca conoceremos. La radio como el pasaje al mundo que queremos construir. La radio como la memoria y la barricada de las luchas. La radio como el placer de escuchar esa melodía por el sólo placer de escucharla. La radio como la provocación de la risa franca. La radio como el saber que puede salvarnos de la enfermedad. La radio como la información sobre ese derecho que, una vez más, nadie respeta. La radio como ese sonido que puede cambiar nuestra mirada sobre el mundo. La radio, al fin, como espacio en donde puede articularse lo disperso y escucharse lo que está silenciado.

IV. La radio como organización

Para afrontar las consecuencias de un debate sobre el proyecto político comunicacional de las radios de la región es necesario contar con organizaciones fuertes, con grupos de trabajo o colectivos que puedan llevar adelante los objetivos que se diseñan. Espacios de trabajo que estén organizados de manera coherente con las ideas y valores que se defienden.
Las radios comunitarias sólo pueden construir autonomía y sostenibilidad si son capaces de pensarse y realizarse de manera integral. En el manual Gestión de la radio comunitaria y ciudadana se propone entender a la gestión desde una perspectiva que integra cuatro dimensiones: «diseñar la gestión de la radio comunitaria y ciudadana significa hacer operativos los objetivos político culturales, comunicacionales y empresarios a través de un modo de organización.»5
Cada grupo o colectivo puede encontrar las formas organizativas que le resulten más adecuadas, puede aceptar o negar las metodologías de planificación, puede tener o no asesores externos, puede incluso tener o no tener recursos económicos. Pero lo que es seguro es que cualquier radio comunitaria que descuide la construcción en algunas de sus dimensiones está hipotecando su futuro.
Radios que se parecen más a proyectos personales que a iniciativas comunitarias, radios en las que las mujeres no tienen lugar, radios en donde se reproduce el autoritarismo que se dice combatir, radios en donde las decisiones las toman los entes financiadores. Estas realidades pueden encontrarse en muchas emisoras de la región.
Analizar la construcción de cada proyecto implica la valentía de mirarse sin autocontemplaciones, sin la necesidad de justificarse ni el temor de reconocer las propias deficiencias. Sólo la capacidad de ser autocríticos con las propias decisiones, o con la falta de ellas, permitirá que cada proyecto construya nuevos horizontes.
¿Cómo construir una radio democrática y eficaz al mismo tiempo? ¿Cómo construir un proyecto autosostenible económicamente sin negociar con la lógica del capitalismo? ¿Cómo construir una organización fuerte pero no burocratizada? ¿Cómo sumar a la comunidad a la gestión de la radio? Las mismas preguntas de siempre que no tienen más respuesta que la práctica, que la búsqueda por construir en el espacio de trabajo las relaciones que se promueven para la sociedad.

El sueño

La discusión se abre. Como una puerta hacia el futuro que todavía puede construirse. No hay respuestas únicas que deban imponerse a las comunidades o colectivos que gestionan las radios. Es probable que la única respuesta sea la sugerencia de comprender la realidad y poner la creatividad al servicio de la voluntad de transformación. «Porque es en el terreno de la ‹lectura› de nuestra condición material que se da la disputa fundamental contra el capitalismo» al mismo tiempo que «la vivencia subjetiva de un orden explotador debe hacerse comprensible y articularse profunda y duraderamente con la de otros para llegar a ser relevante.»6
«Además de la conversación de las mujeres son los sueños los que sostienen al mundo en su órbita»7. ¿Será el sueño esa idea que tenemos de hacer del mundo un buen lugar para vivir? ¿Será el sueño eso que deseamos hacer pero parece inalcanzable? ¿Será el sueño la luz roja que se enciende y nos indica que alguien en algún lugar se encuentra con nosotros en ese sueño que se transforma en el sueño de otros para tal vez dejar de ser un sueño? ¿O ser un sueño eterno? ¿O ser un sueño sin fin pero con finales todo el tiempo? •

Notas:
El título de esta nota pertenece a una novela del escritor argentino Andrés Rivera.
1. Manual de guerrilla de la comunicación. Barcelona, Virus, 2000.
2. Thwaites Rey, Mabel. La autonomía como búsqueda, el Estado como contradicción. Buenos Aires, Prometeo Libros, 2004.
3. Houtart, François. Sociedad civil y espacios públicos, en Monereo, Manuel y Riera, Miguel (ed) Porto Alegre, Otro mundo es posible. España, El Viejo Topo, 2001.
4. Geerts, Andrés, van Oeyen, Víctor y Villamayor, Claudia. La radio popular y comunitaria frente al nuevo siglo: La práctica inspira. Quito, ALER – AMARC, 2004.
5. Villamayor, Claudia y Lamas, Ernesto. Gestión de la radio comunitaria y ciudadana. Quito, AMARC, 1998.
6. Thwaites Rey, Mabel. Idem. 7. José Saramago. Discurso de aceptación del Premio Nobel de Literatura en 1998.